Una casualidad
Antonio Félix 21/08/2024 |
A falta del artificio que, a última hora, dispongan para la delantera, podemos adelantar ya una impresión sobre la plantilla con la que el Betis competirá en el campeonato: es notoriamente inferior a la que tuvo el curso pasado. Tal conclusión, en esencia, viene derivada de un hecho obvio: el equipo se ha desprendido de su columna dorsal (Guido, Pezzella, Ayoze) sin incorporar repuestos a tal altura. Hay que decir que resultaba difícil hacerlo, dada la dimensión de las piezas a sustituir, nada menos que dos campeones del mundo y uno de Europa, todos jugadores que han dado un rendimiento colosal en sus años como verdiblancos y que han sido capitales en los éxitos celebrados durante la era Pellegrini. El Betis, sin embargo, los ha despachado con poca contemplación, sin aparentar hacer un gran esfuerzo por retenerlos, en algún caso, incluso, con notoria altivez. Curioso, cuando menos.
El asunto remite a un evidente golpe de timón en la planificación deportiva del equipo y económica del club. Hasta el año pasado, el Betis había sorprendido con una voracidad en el mercado muy por encima de las expectativas y, aparentemente también, de sus posibilidades. Eso motivó, o al menos ayudó, para reclutar a una serie de fantásticos futbolistas que, en principio, superaban la dimensión del equipo. Así pasó con Fekir, Carvalho, Lo Celso, Luiz Felipe… El Betis se reveló como un equipo que pagaba bien y jugaba mejor. Y la cosa funcionó. Al menos en el campo. El equipo se convirtió en un asiduo de Europa, y el club en una empresa arruinada.
La economía, de hecho, ha sido el argumento utilizado por los jerarcas verdiblancos para no mantener a Guido, Pezzella y Ayoze, cuyas diferencias no parecían precisamente insalvables. Una cosa rara. Primero, porque la balanza fiscal nunca pareció ser un dolor insufrible en el club. Segundo, porque la misma ya se arregló vistosamente la temporada pasada, cuando se cerró el mercado con un superávit de 40 millones gracias a la venta de jugadores tan importantes como Luiz Felipe, Luiz Henrique o Canales. Tercero, porque este año se contaba con el colchón adicional de la ampliación de capital, aquélla que serviría (ay, ay, ay) para “reforzar la plantilla deportiva”. En definitiva, y por primera vez en mucho tiempo, el Betis parecía saneado. Había recuperado la regla del 1:1 para fichar e inscrito a sus jugadores en la Liga sin mayor problema. Y, sin embargo, lejos de hacer un pequeño esfuerzo para mantener a tres de sus piezas más importantes, si no las tres que más, les ha dado puerta prefiriendo recaudar cuatro perras.
Al respecto, podemos abonar una hipótesis y temer una casualidad. La primera es que, en realidad, estemos ante una decisión principalmente técnica. Es decir, que la nueva dirección deportiva, quién sabe, tal vez incluso la división pro-élite, haya decidido que tanto Guido, como Pezzella, como Ayoze eran ya jugadores declinantes con perfecto relevo en la actual plantilla y que han de dejar paso a los jóvenes talentos que vienen por detrás (por momentos, el club ha mostrado más actividad en fichar delanteros para su filial que para el primer equipo, donde se tira con Ruibal).
Más desasosegante es la casualidad de que sanear la economía en lugar de poner el dinero en el campo haya pasado a ser la prioridad justo cuando los virreyes béticos han alcanzado la mayoría accionarial suficiente para obtener la propiedad y, por consiguiente, poder vender tranquilamente el club. Algo que, por supuesto, palabra de Haro, palabra de Catalán, nunca pasará.