La cintura de dios
Antonio Félix 04/09/2024 |
En su día, el escritor Paul Auster tuvo la ocurrencia de recopilar cartas y relatos que le enviaban sus lectores, de los que parió un libro irregular con un título sensacional: Creí que mi padre era Dios.
El Betis cree que su entrenador es dios. Y no le faltan razones para pensarlo. Por lo que lleva hecho todos estos años y por lo que parece en éste dispuesto a hacer. Ver competir al Betis en el Bernabéu ante el Madrid de Vinicius, Rodrigo y M'bappé, con Rodri, Abde y Ruibal, fue algo muy parecido a un milagro. La derrota final, en cualquier caso, ofreció una lección definitiva. Pellegrini es majestuoso, pero no omnipotente. Es decir, pocos pueden hacer más con menos, pero desde luego no lo puede hacer todo.
En el final de su etapa en el Betis, a Pellegrini le han colocado un nuevo reto entre manos, con no pocos tintes de marrón. El club le ha desmantelado el equipazo con el que el chileno se sentía feliz, un Betis muy hecho que ofrecía una seguridad de éxito potente. Se fueron Pezzella, Guido, Ayoze y Fekir. Han llegado Llorente, Natan, Lo Celso y Vítor Roque. Jugadores de calidad que, sin embargo, parece difícil que alcancen el excelso nivel de sus predecesores. Y que, sobre todo, juegan de otro modo. A estas alturas, don Manuel no tiene que demostrar que es un gran entrenador. Pero sí que maneja igual de excepcionalmente otro registro. Algo al alcance de muy pocos.
Sin los idos, y aun más sin Isco, el nuevo Betis proclamado es menos sutil, combinativo, amable, y más agresivo, vigoroso, vertical. Es emocionante asistir a tal transformación, que debería culminar en un equipo distinto en el pelaje, pero igual en ese poderío que le convertía claramente en favorito en la mayoría de los partidos que disputaba. Esa sensación, de momento, no existe. Al contrario, los primeros envites han sido de moneda lanzada al aire, una suerte que conviene evitar. De ahí el 2 de 9. Algo que todo el mundo da por hecho que Pellegrini, dios verde, va a saber arreglar con una metamorfosis genial. Al parecer, en el fútbol, a los dioses también se les exige cintura.