Los viajes peregrinos de la Conference League
Javier González-Cotta 30/09/2024 |
El negocio del fútbol ha convertido el calendario en una fritanga de partidos entre los compromisos domésticos y los de competición europea (cuando toque la Copa del Rey y la Supercopa el refrito estará rebozado con aceite de colza). Confieso que antes no necesitaba echar mano de las ‘apps’ de LaLiga o de la UEFA para revisar las fechas de los partidos. Bastaba con cierta capacidad de retentiva. Ahora, en cambio, he desistido por KO técnico. De un día para otro, suelo olvidar las fechas de los partidos que antes no olvidaba. Eso ocurría en el país del ayer. El tiempo, por entonces, se bifurcaba a su manera y discurría nostálgicamente con el calendario de la liga española. Hasta hoy.
La fiesta multicultural y multigeográfica de la Conference comienza ya con su nuevo sistema de partidos en la fase liga. Cuesta seguir la pista a todo lo que se aviene. Los partidos de aquí a diciembre se pierden en un profuso bosque de fechas e intrépidos viajes a lugares mayormente innombrados y remotos. El Betis viaja a Varsovia –a tiro de piedra, como quien dice– para medirse el jueves contra el Legia en el Estadio del Ejército Polaco (de sus hooligans, tiernas criaturas, ya dimos cuenta por aquí y fuimos agraciados en las redes con la típica piropada de los ‘haters’ de turno).
De seguido, el 24 de octubre el club verdiblanco se medirá en casa contra el Copenhague danés. Recibirá también el 7 de noviembre al esloveno NK Celje (habrá que añadir su nombre al del Olimpija Liubliana, el equipo capitalino de Eslovenia, el único que hasta ahora nos remitía a los más empollones al híbrido fútbol centroeuropeo y balcánico que se estila por aquellos lares). Viajará luego el Betis a Bohemia (28 de noviembre) para jugar contra el Mladá Boslav checo. Más tarde rendirá excitante visita (12 de diciembre) al FC Petroclub de Moldavia, el club de la ciudad de Sarata-Gabelna, enclave ajeno a la separatista y prorrusa Transnistria. Como epígono, en puertas de la Navidad (19 de diciembre), el Betis recibirá con invernal agasajo a un equipo propicio para los supuestos fríos del último mes del año: el HJK Helsinski.
Dicho esto, ¿qué prefieren? ¿Recitar al dedillo los nombres de estos equipos? ¿O prefieren memorizar las fechas de cada partido? Yo, sin duda, preferiría lo primero. La Conference es un excelente ejercicio para mantener ágil y activa la masa encefálica. No sería de extrañar que los neurólogos lo recomendaran. Fiorentina, Chelsea, Vitoria de Guimaraes, Panathinaikos, el noruego Molde o el Gante belga los recitamos con cierta fluidez mental. El Rapid de Viena también nos lo pone fácil, pues rápidamente nos remite al reciente y salvaje derbi disputado con música de Mozart contra el Austria de Viena.
Hay otros equipos conferenciantes que de año en año ya nos suenan de oídas. Son los casos, por ejemplo, del Hapoel Tel Aviv, el Istanbul Basaksehir o el Astaná kazajo. Regresa ahora a las competiciones europeas el Dinamo de Minsk bielorruso, cuyo nombre, tan de la órbita soviética, nos retrotrae a la era del viejo Telón de Acero y al torero triste de Joaquín Sabina. El Saint Gallen suizo empieza también a sonarnos, mucho más desde luego que el otro club helvético que también disputa la Conference: el Lugano (es decir su nombre y se nos pone cara o de acelga o de reloj de cuco). Por su parte, el Shamrock Rovers podría llamar a confusión si uno lo creyera procedente de la aguerrida Championship inglesa y no de Dublín, que es donde juega en realidad a orillas del río Liffey (luce el trébol irlandés en el escudo).
El alemán Heidenheim tal vez nos llene poco, aunque más que el austriaco Lask, procedente de la ciudad de Linz. Pero, a partir de aquí, la gran fiesta de las peregrinaciones en la Conference pasa por los equipos más ignotos y curiosos. Son los que sin duda merecen el amor de cafeteros y empollones en esto del fútbol sin fronteras. De ahí el Pafos chipriota, que compite en esta edición junto al más conocido Omonia de Nicosia. O ese otro Djurgardens de Estocolmo, o el Círculo de Brujas (al parecer encarnizado rival del clásico Brujas), o el The New Saints (de la ciudad fronteriza de Llansanffraid-ym-Mechain con Oswestry, entre Gales e Inglaterra), o el Heart of Midlothian (escocés de Edimburgo y rival del más conocido Hibernian), o el FK Topola en la Vojvodina serbia, o el Jagiellonia Byalistok polaco, o el Larne de Irlanda del Norte, o el Vikingur de Reikiavik, o el armenio FC Noah de Ereván, o, ya como colofón, el FK Borac de Banja Luka (equipo serbobosnio de la República Srpska, en Bosnia-Herzegovina, cuyos grafitos –doy fe de ello– recubren las fachadas de muchos edificios en Banja Luka).
No me dirán que no se hacen querer estos equipos raros pero deliciosos. Les deseamos a todos un largo recorrido. Imagine el bético que los previsibles octavos de final llevan a su equipo a jugar contra The New Saints en el citado confín fronterizo, medio galés y medio inglés, de Llansanffraid-ym-Mechain con Oswestry. Por preferir, habrá quien prefiera el FC Noah para poder acercarse a Ereván, junto al Monte Ararat, donde el del arca de Noé. Por soñar que no quede. Feliz Conference League.