Que viene, que viene (el parón y el despido)

Javier González-Cotta
Javier González-Cotta
03/11/2023

Disculpen la posible frivolidad. Pero el Sevilla FC se parece a Israel en el sentido de que ha de decidir de una vez qué quiere ser existencialmente de mayor. El Israel del Maccabi Haifa, el Hapoel Tel Aviv, el Beitar Jerusalem y el Maccabi Tel Aviv debe elegir entre ser un estado democrático con todas sus consecuencias o ser un estado nacional judío con derecho a ocupación a la carta ajeno a las convenciones del mundo. Las dos cosas no puede ser a la vez. Igual le ocurre al Sevilla tras un octubre de matanzas y bombardeos: no puede querer ser dos cosas a la vez. Ha de decidir ya a qué aspira para su devenir como equipo deportivo en la presente temporada y, quién sabe, si para el resto de sus días. O quiere sacar el balón jugado desde atrás y con todas sus consecuencias. O quiere ir a lo práctico y jugar a pelotazos con arreones furiosos y descabalados al área contraria.

Alguien dirá que nos hemos pasado con la comparación. Pues sí y pues no. En ambas cuestiones se dirime de fondo un dilema existencial. Escribía uno el pasado 20 de octubre que Diego Alonso tendría su refrendo o no en el próximo parón de liga causado por los compromisos de selecciones. La tradición manda. Auguré por entonces que qué pasaría si el nuevo Sevilla del nuevo entrenador se mostraba digno y competitivo ante Real de Madrid y Arsenal, aunque no ganase. Y que qué pasaría también si empataba o perdía en Cádiz y si perdía otra vez en Vigo, ahogado bajo la nueva borrasca Domingos que se aviene, con el agravante añadido de hacerlo en la víspera de que su enloquecido alcalde apriete el botón de la más hortera luminaria navideña que pueda concebirse en Europa.

Bien, pues quedan este partido crucial frente al necesitadísimo Celta, el duelo a florete con el Betis en casa y, antes y entre medias, el viaje a Londres para jugar contra el Arsenal y certificar la probable y precoz despedida del Sevilla como equipo Champions. En esta retahíla de partidos sólo el triunfo feo y arenoso ante el CD Quintanar en la Copa ha supuesto, por ahora, la única alegría o su parecido en forma abstracta. Frente al Cádiz, el equipo volvió a toparse con los terrores del balón sacado desde el área propia. Se apareció el espantajo de Sampaoli con los errores groseros de Dodi Lukebákio (más Dodi que Lukebákio en los últimos partidos) y de un factor humano no previsto hasta ahora: Sergio Ramos. Ahora, es precisamente Sergio Ramos sobre quien recae el pavor añadido de una posible lesión de puñetera recuperación y evocación en el tiempo amargo del PSG. El mundo del sóleo, esa zona ignota que va de la parte trasera de la rodilla al calcáneo, es así de silente y traicionero.

Si Sampaoli se ha aparecido cual trasgo (recuérdese, "el peor entrenador que he tenido" según Suso), también asoma ahora el ánima errante e intranquila de Mendilibar, el otrora y ya difunto ‘Mendilover’. Gudelj y Badé volverán a ser la pareja de centrales, como antaño con el vascongado. Ramos podría no volver a jugar hasta después del derbi. De Nianzou hay quien acumula terrores nocturnos evocando, una y otra vez, su lastimosa cesión de cabeza a Nyland en el partido contra el CD Quintanar. Gattoni es poco menos que un descarte activo y Marcao otro descarte, pero en versión pasiva.

Álvaro Cunqueiro, el gran escritor y periodista gallego, tuvo en tiempos una sección maravillosa en el ‘Faro de Vigo’ donde hacía pronósticos en la quiniela de la jornada influido por el esoterismo galaico. A veces la estadística, vista en perspectiva, es un dato esotérico por encima de todo empirismo. No son buenos los resultados históricos que acumula el Sevilla en sus visitas a la casa celeste del Celta de Vigo (de la posguerra a hoy sólo ha ganado en once de sesenta partidos oficiales).

De modo, pues, que se apronta el parón en la liga para dentro de pocos días. Quiere decirse que, en clave tradicional sevillista, podría dibujarse también por lontananza el posible despido de Diego Alonso como entrenador del Sevilla FC. El fetichismo histérico del Sevilla, unido a la matemática pura y simple de los resultados, tiene estas cosas. Veremos, por ahora, si el equipo sale electrocutado o no con la parafernalia navideña que adorna Vigo a falta del botoncito oficial.


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