Diego Alonso, 091 y el hombre con suerte

Javier González-Cotta
Javier González-Cotta
14/12/2023

Dicen que al entrenador más suertudo de la historia del Sevilla Fútbol Club se le va a dar de plazo hasta la fiesta de los cuñados en Nochebuena. No hace falta ser un profeta sobornado para vaticinar lo que se aviene. Se aventuran o tristes empates o no improbables derrotas frente a Getafe, Granada y Atlético de Madrid. El sínodo de jugadores con peso sigue avalando al entrenador y la dirigencia ha dado su plácet (no se sabe si por impericia manifiesta o si por consumo de opiáceos para aplacar el miedo a más pintadas). Jugadores y dirigentes saben que los malos resultados cercenan cabezas, pero se amparan en que el equipo no está jugando mal. A no jugar mal se le llama ahora a ofrecer un sinfín de ataques inocuos (en la era fósil del periodista Quique Guasch y compañía se hablaba del típico "dominio infructuoso"). Cualquier desliz, revés o infortunio se convierte en losa y la losa en ataúd. Hay maneras y maneras de palmar. El Sevilla ha impuesto un estilo propio: la derrota tranquila.

Si no supiéramos quién es y nos enseñaran su foto, uno diría que Diego Alonso podría ser el rostro del farmacéutico amable y solícito de debajo de casa. Pónganle una bata blanca, con su nombre grabado en el bolsillo del pecho, y verán que es verdad. De derrota en derrota (salvo las desabridas pachangas de Copa), el entrenador ha ido labrándose una contagiosa cara de perdedor que, increíblemente, lo ha convertido en el hombre con más suerte de la historia del fútbol español en los últimos tiempos. He recordado la canción aquella de 091, el grupo de rock granadino. Se titula ‘Un hombre con suerte’. Suelo tararearla ahora, como antaño en los conciertos y garitos perdidos, pero pensando en Diego Alonso ("pensarás que aunque parezco un perdedor, soy un hombre con suerte"). Ignacio García-Lapido, su letrista, debiera reescribirla y remasterizarla para consuelo, al menos, de los sevillistas que hemos encanecido bajo la sonata rock del tiempo.

La derrota junto al paso de Calais ante el Lens (la lluvia y el frío parecían de antes del cambio climático), ha convertido al Sevilla en el peor cabeza de serie de la fase de grupos de la Champions y en el casi peor equipo de la liguilla. Sólo ha superado a un campeón de Europa con aroma 'vintage': el Estrella Roja de Belgrado. Si hay quien se inventa que el Sevilla está jugando bien a base de ataques estériles, pues uno haría bien en inventarse su propio consuelo a medida. El Sevilla se ha hermanado en su debacle con el Manchester United (tampoco hallará refugio en la Europa League) y con las urracas ricachonas pero fracasadas del Newcastle. Algo es algo, ¿no?

Yo he hallado por mi cuenta otro consuelo añadido tras el partido con el Lens. Nada como la pronunciación de Julien Escudé en Movistar Plus cada vez que nombraba al equipo francés durante el partido. El acento del aún apolíneo Escudé parecía sacado de los salones rococó del Rey Sol. De hoy al partido contra el obrero Getafe, lo suyo es ir fabricándose ya otro consuelo a medida ante la previsible derrota del Sevilla. Pero el hombre con suerte continuará. Uno hasta lo agradecerá para seguir escuchando a 091.


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