La Europa League menos cafetera
O tempora o goles
Javier González-Cotta 23/09/2024 |
A los retrógrados y perezosos no paran de molestarnos y hasta de soliviantarnos con los cambios en todo y para todo. Corren malos tiempos para el 'statu quo' en el fútbol. Lo digo porque ahora tenemos que acostumbrarnos por fuerza a los nuevos formatos de las competiciones europeas. Cada semana forma una trilogía propia, con partidos de Champions, Europa League y Conference y que, a su vez, se disputan al modo trino en martes, miércoles y jueves. Los indeseados cambios no sólo afectan al fútbol. He dejado de ver la actual Copa Davis porque me resulta tedioso conocer el nuevo y alambicado sistema de competición. La disputan varios equipos en una sola eliminatoria o su parecido. No lo sé bien y ni me importa. Me resulta más excitante leer el prospecto de cualquier laxante que conocer los pormenores de la nueva Copa Davis.
Esta semana, iniciado el otoño, le toca el turno a los 36 equipos que disputan la Europa League. Ni que decir tiene, para despistados y olvidadizos, que el Sevilla FC (el hoy extraño heptacampeón) no la disputa ni siquiera fantasiosamente. Igual le ocurre al Betis, que sí juega en cambio la Conference, pero con un resabio acre por no poder disputar el segundo torneo europeo por deméritos propios el pasado año. El Sevilla malvive de las mieles pasadas (la miel es hoy la hiel) y el Betis ha de seguir progresando adecuadamente (eso sí, dentro de Europa).
Sea como sea, uno mira el cuadro de los 36 y echa de menos a muchos equipos de los llamados exóticos o periféricos. Son esos clubes tan del gusto de los muy cafeteros (servidor entre ellos) y que tanto dan pie a socorridos artículos y crónicas cuando la creatividad, como es mi caso, suele atravesar zonas de una aridez devastadora. En esta edición de la Europa League abundan nombres mayores y no poco señeros (Manchester United, Ajax, Roma, Rangers, Lazio, Real Sociedad, Oporto, Eintracht, Lyon, Anderlecht, Athletic Club). No faltan a la cita la clásica triada a la turca (Fenerbahçe, Galatasaray y Besiktas) y el dueto a la griega (PAOK de Salónica y Olympiakos).
Otro bloque lo conforman los equipos que ahora lloramos en la intimidad porque dejaron de ser exóticos. Hoy por hoy nos resuenan ya, entre otros, los nombres del Bodo Glimt noruego, los holandeses Twente y AZ Alkmaar, el Malmö sueco, el búlgaro Ludogorets, el Maccabi Tel-Aviv, el Steaua de Bucarest, el Dinamo de Kiev, el húngaro Ferencváros o, incluso, el Midtjyilland danés de la mismísima Jutlandia (ahí es nada). El fútbol es también otro nombre de la geopolítica, lo que incluye la tensión diplomática y hasta la guerra. Por eso la atención la centra uno especialmente en el Dinamo de Kiev, el Maccabi Tel-Aviv y el Qarabag azerbaiyano.
De momento, hasta nuevo aviso, el Hoffenheim, el Niza y el Viktoria Plzen me contagian cierto bostezo que espero sea transitorio. De la inapetencia salvo tal vez al Braga (cada vez que se incendia una parte de Portugal uno arde también) y al histórico y resabiado Slavia de Praga. Pero, como digo, pocos equipos nos contagian la excitación de lo prácticamente desconocido. De entre los 36 equipos, sólo el IE Elfsborg de Suecia y el letón Rigas Futbols Skolas rebrillan en el ángulo más periférico de esta Europa League. Son como el nórdico edredón de la competición que mañana comienza.