Cuentos
Antonio Félix 25/09/2024 |
Tras dos colosales victorias en siete partidos de Liga, sobre el Getafe y el Valladolid, en el Sánchez-Pizjuán, acabando con el culo en su portería y celebrando de manera epopéyica ganar por la mínima, el Sevilla decidió ampliar hasta 2027 el contrato de su entrenador, Xavier García Pimienta, en una clara demostración de que el club quiere estar preparado para cualquier escenario, incluido, especialmente, el de irse a Segunda.
A falta de que la directiva se pronuncie sobre los matices de su decisión, Pimienta adelantó que respondía a la enorme confianza que derivaba de su trabajo, y que la misma trascendía tanto a los resultados que, incluso, ya estaba tomada antes del partido con el Valladolid. Era difícil, tras esas palabras, superar un estado de mayor estupefacción. El delirio general estaba servido. De lejos, el asunto simulaba un nuevo tiro en el pie que, a no mucho tardar, pasará otra factura a la ya alanceada directiva del Sevilla. Desde dentro, presumiremos que habrán visto una luz cegadora en la intimidad de Pimienta que les haya empujado a correr el riesgo. O son unos iluminados o unos trastornados. No cabe más.
Antes y durante buena parte del encuentro con el Valladolid, el entrenador parecía tener pie y medio fuera ya del Sevilla. No sin razón. Hasta ahora, a la vista de nuestros pobres ojos profanos, Pimienta había sido mayormente una calamidad. Un entrenador desnortado, blandengue, empeñado absurdamente en masoquismos como el de Nianzou-Kike Salas-Agoumé. A Pimienta no le quedaba ni lo único que tuvo para fichar por el Sevilla: el cuento. Porque el hombre, sobra decirlo, no tenía nada para ser elegido entrenador de este equipo y en este tiempo. Un técnico novel, perdedor y sin galones para un equipo caótico, desvalido y en llamas. Nada...
Salvo el cuento: eso de ser un entrenador de autor, lo de la escuela Barça y el fútbol en verso, todo eso que se conjugó en algo que, al parecer, durante unos meses se avistó como un esplendor en Las Palmas, felizmente catalogado como ‘el estilo Pimienta’. Más que suficiente para convencer a un director deportivo al que, hace no mucho, un ignoto uruguayo sedujo con no sé qué película durante un asado.
Ese ‘estilo Pimienta’, hasta el día de hoy, nos es desconocido en el Sevilla, donde únicamente impera el ‘estilo supervivencia’. Pero, al parecer, brilla con toda intensidad en las catacumbas del club, en la ciudad deportiva, en los despachos de Nervión. Al punto de no sólo calmar los primeros bocinazos serios de su despido, sino sepultarlos con la ampliación de su contrato. Larga vida, pues, a Pimienta, ya sea en Europa, si se confirma la milagrosa revelación, o en la Hypermotion, si persiste la perturbación suicida.