2027: García Pimienta y J. J. Benítez
Javier González-Cotta 26/09/2024 |
El Sevilla FC que comparece en Nervión destila como un extraño brebaje, entre la libación servida a los dioses y el matarratas. Parece que se ha abonado al arrebato más corajudo y viril, pero pierde en dignidad lo que gana en detalles circenses. No lo digo por las cabriolas de Chidera Ejuke, que tiene más de talonador maorí de los ‘All Blacks’ que de asalariado del fútbol (un dato marciano –pero verídico– revela que es el jugador que más regatea y encara en LaLiga junto a Lamine Yamal, Mbappé y el muy querido Vinícius).
Frente a Getafe y Valladolid la puesta en escena fue la de una suerte de gesta heroica con un punto inequívocamente ridículo. Yo al menos así lo veo. Causa un hondo pesar ver al inmenso Jesús Navas lagrimear y estimular a la tropa en la agonía de los minutos finales de partidos que antaño pasaban por ser no más allá que una pequeña molestia. Todo encaja, no obstante, con el aire manicomial que envuelve al Sevilla en los últimos años. Un amigo suele decirme que el frenopático de Miraflores ha reabierto para los nostálgicos en la Avenida de Eduardo Dato.
Es, como digo, el aroma triste y enloquecido que envuelve a este Sevilla 2027, que remite a la fecha de autos por parte del entrenador recién renovado. Dícese, en fin, de una operación cuasi clandestina que pareciera hecha entre el golpe de efecto, la bravuconería y la erótica del suicidio. Del Nido júnior asegura que se están construyendo las bases de otro gran Sevilla. Hay que verlo todo por el lado poético de la sinestesia: la deconstrucción hay que saber construirla también. Decía el arquitecto y diseñador Aldo Rossi que un edificio adquiría todo su sentido cuando se derrumbaba. El Sevilla se parece mucho a este edificio.
Llega ahora el triple envite contra Athletic, Betis y Barcelona. La vida en Nervión es como la cabriola de Ejuke, lo que va de un posible bosquejo de despido al confort de una renovación. De no haber ganado el Sevilla contra el pésimo Valladolid (pobre don Miguel Delibes), las apuestas en el tiempo para el cese de García Pimienta habrían entrado en fase de hervor. El hiato que va de finales de septiembre a inicios de octubre es pródigo en despedidos de entrenadores por parte del Sevilla. Hacia el 7 de octubre, día de la Virgen del Rosario (protectora Señora en la batalla de Lepanto contra el Turco), suele producirse el ya tradicional despido del entrenador de turno (Lopetegui fue finiquitado el 5 de octubre de 2022, Mendilibar el 8 de octubre de 2023). Es lo que últimamente nos ha traído el inicio otoñal. Uno casi lo agradece, ya que de año en año podemos repetir casi la misma crónica con un efectivo corte y pega.
Todo lo que rodea al Sevilla FC es en el fondo más extraño que desolador. Puede tomar aire el señalado Víctor Orta. Si yo fuera él diría que qué más queréis, ignorantes y desagradecidos. Contra el Valladolid marcaron Peque (casi marcó en realidad) y el maorí Ejuke. O sea, dos futbolistas llegados gracias a sus doctas prestaciones como director deportivo. Nadie puede negar este dato. El caído Saúl ha sido un hallazgo cierto y el equipo sentirá su ausencia. Los destellos de Lukébakio, los únicos destacables de entre la pobre calidad del resto (Jesús Navas aparte), son posibles hoy gracias también al olfato del susodicho. Es lo que tiene, como decía, este Sevilla raro o sólo deprimente, que parece gustarse como modelo de construcción.
Sea como sea, el sevillismo ha mirado de pronto hacia 2027 con pasmo. Pues agárrense los trémulos y asustadizos, ya que según J.J. Benítez 2027 será el año en el que un gran meteorito caído en el planeta tierra causará 1.200 millones de muertos en sólo 48 horas. Alguien bromista con o sin gracia podría decir que la renovación de García Pimienta es un augurio del gran desastre que se aviene.